Empezamos a subir la casita del modelo de Vanistendael y nos encontramos con el segundo piso: la capacidad de encontrar sentido. ¡Vamos a por ello!
En estas estancias del segundo piso nos ocupamos de encontrar sentido
Y de desarrollar ese sentido de coherencia interna-externa. Nos ocupamos de recuperar o renovar la conexión con nosotros mismos tan necesaria para que, los acontecimientos que vivimos y que, de entrada, nos están haciendo sufrir. Y nos hacen sufrir porque han irrumpido como una adversidad en nuestra vida, y eso nos provoca un trauma, un sufrimiento inesperado. Necesitamos para pasar del sobrevivir a vivir, que puedan ser recreados, puedan encontrar sentido.
Con este importante paso, tratamos de encontrar nuestra humanidad, no encontrar culpables. Tratamos de hacer consciente el inconsciente, de ir apartando la mente. Así es como vamos ganando sitio, y cada día un poco más, nos hacernos presentes en nuestra vida. Y es así, entrando en este piso del sentido, como vamos a poder mirar a la cara al dolor, descubrir los miedos, los limites y barreras que me autoimpongo para no activarme. Así, y porque encontrar sentido es cada vez más importante para mi, es como voy a movilizarme para poder superar.
¿Por qué es de vital trascendencia parar en este piso?
Para volver a conectar con nosotros mismos, con nuestra autenticidad y quien somos en verdad. Aprender y encontrar sentido nos trae paz. Quizá si de niño no tuve la oportunidad de tener cerca alguien con quien hablar de lo que nos dolió, no habremos desarrollado los recursos para hacerle frente a la adversidad. No estoy diciendo que nos hayamos dedicado a lo que sería “cotillear” sino a dejarnos sentir lo que nos duele, profundamente nos duele o nos dolió. Y estar cercano a alguien que nos ayude a sostener ese dolor.
Si no tuvimos esa oportunidad, quizá porque no confiaba en mis padres, quizá porque mis amistades eran más de reír que de acompañar, quizá porque no conocí un tutor o no tuve cerca un adulto inspirador que me transmitiera la confianza necesaria para superar las vergüenzas y miedos a hablar…, si no tuve esa suerte de joven o niño, empezó ahí la desconexión de mi mismo/a.
Como dice mi admirado Gabor Maté médico y especialista en adicciones, cuando habla del trauma nos revela que: “Trauma no es solo que suceda algo terrible externamente. Los niños no se traumatizan porque estén heridos o sientan dolor. Se traumatizan porque están solos con ese dolor. Se sienten solos. Profundamente solos”.
Y se evaden desconectándose del ser que somos, del ser que siente. Lo hacemos o lo hicimos ya sea híper-activándonos para escapar de las emociones, acumulando experiencias, teniendo cosas o, … lo que sea con tal de evadirnos de lo que sentimos y como nos sentimos.
Sostener el dolor es un proceso de maduración.
Es un proceso de reconexión con nosotros mismos. Se trata de hacerse y ser sostenibles mental y emocionalmente. Y cuando lo hacemos, cuando nos sentimos así, cada día un poco más, empezamos el camino a la autenticidad. Que al principio vivimos más como una cuestión de supervivencia.
Que arranca al darme cuenta de que estoy empezando a tocar fondo: el cuerpo se queja, aparece una enfermedad, una depresión, un enganche al trabajo, a una sustancia, …
De repente y casi sin haberme dado cuenta he entrado en un lugar inhóspito…, gris, insípido, Claro que hay excepciones, que duran algunos instantes, instantes que son bellos y que compensan de alguna manera. Pero el sufrimiento se va acumulando y, en general, empieza a pesar. Y de repente un día, algo sucede y algo se despierta en mi.
Y empiezo a hacerme preguntas, a cuestionarme lo que vivo: ¿Es esta la vida que quiero? ¿Es esto todo? Y vislumbro que lo que estoy viviendo se parece a un guion de una película, no la reconozco como mi vida porque no me siento extraordinariamente viva o vivo en ella. Muchos días parezco más un zombi que un ser vivo que se alegra y disfruta como hace ese pájaro que canta porque si, porque es su manera de expresar talento, o ese perro que viene a acurrucarse a tu lado, porque si, porque está en su naturaleza hacerte compañía.
Y de repente veo que no solo he comprado una película sino ¡¡un pack de tres!!, y con estos argumentos que dicen que:
- lo primero, había que volcarse en creer que el que me quieran y me acepten es algo que encontraré en el exterior, fuera de mi.
- lo segundo: que el que me sienta segura lo encontraré en los demás, o en lo que hago, en los títulos que acumulo, … Y de repente un día, me duele comprobar que así no es, que esta no es la vida que soñaba, y así veo que tampoco es verdad
- la tercera cuestión: que las cosas duran para siempre.
Y viene la pregunta del millón: ¿quién soy? ¿en qué me he convertido?
Encontrar sentido es convertirse en un nuevo ser humano
No sin ansiedad, empieza un caminar hacia el encuentro de uno mismo. Decido emprender e ir Hacia la propia transformación. Necesito primero ver, hacerme consciente de ese viejo ser humano y… ¿Puedo no ser o comportarme más así???¿puedo dejar atrás el viejo ser humano, ese que enjuicia y compite, que se compara, que se vuelca en hacer y tener…?
Y un poco más aún, te preguntas: ¿puedo convertirme en ese nuevo ser humano, ese del que he visto un atisbo en otros? Ya sea Buda, Jesús, Ramana, K, VF, Se trata de un ser humano luminoso, alegre, co-creador de su vida, en paz, sereno…autentico, consciente del ser que es, y no solo pendiente de cuanto hace o cuanto tiene. Y entonces decides apostar por ti, abrirte a escuchar y sobre todo a escuchar-te.
Pero ¿cómo se hace? ¿por donde empiezo? Yendo al encuentro de sentido
Encontrar sentido es crecer, es aprender las lecciones que tienen los acontecimientos. Que me enseñan sobre mi, sobre desde donde vivo… Y al tomar las lecciones y no el sufrimiento, transformo el veneno emocional en sabiduría, en madurez.
Calladamente, en silencio, me doy cuenta también que va abriéndose paso la libertad, y la paz. Me atrevo a abrir las alas, cada vez con más firmeza, más convicción y confianza en que puedo volar hacia ese nuevo ser humano que está por expresar su grandeza. Y que puedo porque algo me sostiene, algo que va más allá de mi y que siempre ha estado sosteniéndome así.
Y te preguntarás, ¿cómo conecto con el sentido?
De todas las posibilidades que conozco y practico, la expresión artística, ya sea haciendo ejercicios de collage, de música, teatro, narrativa, lectura meditativa, o cualquier otra de sus múltiples manifestaciones, la expresión artística potencia y desarrolla todas esas cualidades de conexión interna que me llevan de regreso a la autenticidad. La educación a través del arte nos ayuda a explorar creativamente y revelar nuestro mundo interior.
A todas las personas, sea cual sea su circunstancia, que un día nos enfrentamos a un nuevo reto, a nuevas exigencias y desafíos, la expresión artística nos sirve para que los ojos físicos, los ojos mentales y los ojos de nuestro corazón se alineen y aprendan a comprender, de modo que sea nuestro espíritu, nuestra presencia la que responda a los estímulos y encuentre nuevos significados. Que expresarán abiertamente nuestras cualidades más elevadas de ser humano.
La educación a través de arte además de satisfacernos nos divierte. Por esta razón tiene y ha tenido siempre un lugar importante dentro de la Escuela y de WHI. Y ahora, puede que te preguntes:
¿Qué competencias y cualidades humanas necesitamos desarrollar más que ninguna otra para caminar al encuentro de sentido?
Especialmente necesarias cuando hablamos de encontrar sentido son la Empatía y la Compasión
Empatía y Compasión, ¿qué son en verdad?
Ambas habilidades necesitamos practicarlas antes que con nadie más, con nosotros mismos. Ya sabes que se dijo aquello de “… y amarás al prójimo como a ti mismo” Decía Rumi el gran filosofo y sabio sufí una frase imponente: “Dios me dijo ama a tus enemigos y yo me amé a mi mismo”…. meditemos esto unos minutos. Vamos a comprender su profundo significado.
Cuando empezamos a compartir la verdad, toda, con sus luces y sus sombras, y no una verdad a medias, mi vida se llena de coherencia, entre lo que digo que soy, y quien soy. Así que yo soy la luz que soy, Y también soy mi enemigo, mis sombras, mis egos-disfraces-…. Me reconozco en todo, comprendo todo, acojo todo…
De este modo, desde ahí, paso a paso, voy adquiriendo más competencias para la vida… no como técnicas ni soluciones fáciles, sino como un compromiso con la vida consciente, con el origen de todo lo que YO Soy.
No podemos atender ni ponernos al servicio de los demás sin sabernos atender, servir y sostenernos a nosotros mismos. Si tu no estás bien, si no eres feliz, sino te amas y acoges en todas tus luces y sombras, te respetas y te sientes digno simplemente por ser quien eres… ¿Cómo vas a poder desarrollar empatía y compasión con los demás sino la tienes hacia ti?
No, no, eso de que “todo lo demás y todos los demás van antes que yo” es seguir haciéndole el juego a la mente que te dice que no eres un “buen chico o una buena chica” si no lo haces….
Nos creemos egoístas sino lo hacemos así. Y confundimos a menudo ambas competencias. O bien nos quedamos satisfechos con definiciones escuetas y superficiales: ponerse en los zapatos del otro. Sentir lastima por el otro. Desde la Escuela y desde WHI, hacemos y puedes encontrar nuestros talleres de Empatía y la Compasión. Ahora solo voy a aclarar un par de aspectos que son determinantes para poder abrirnos y salir de los mapas y rigideces mentales.
La empatía tiene 3 componentes: cognitivo, emocional y de acción. Comprender la situación y su impacto, darme cuenta de las emociones que se despiertan en mi, y finalmente la llamada a la acción. Y esta acción precisamente es la que la vincula con la compasión.
No actuamos por lastima, por pena. O porque me siento muy afortunada y el otro lo veo como “un pobrecito: fíjate aun los hay que están peor que yo”… no, no, no…. ¿Te das cuenta cómo se ha colado el ego? Esta juzgando la situación del otro, sus circunstancias. Y ya las califica de buenas o malas según sus mapas… ¿qué se yo del otro? Si apenas sé nada de mi…
La compasión es sentir pasión con el otro, es comprender y amar como uno. La acción compasiva no juzga. Simplemente respeta, acoge y actúa desde el sentimiento no condicionado. Porque está libre de toda interpretación. Simplemente está ahí, para acoger al otro. Sin más. Desde ese lugar de neutralidad y verdad absoluta que somos es de donde brota la espontaneidad de la acción. Nada que ver con la acción mental que trata de conseguir algo y se siente empático porque su yo- necesita sentirse bien…
Abierto a la Vida, esa es la actitud que encuentra sentido
Encontrar sentido necesita que nos abramos, nos arriesguemos a preguntarnos ¿quién soy? ¿Qué he venido a hacer? ¿en qué me quiero convertir? Aventurándonos y atreviéndonos a entrar en nosotros, daremos con nuestros tesoros, y con nuestro propósito.
Así es como podemos solucionar las cosas antes de que se manifiesten como problemas, adversidades… Y es así como vamos aprendiendo a dejar aquellas películas, las tres del pack ¿recuerdas?
Ten por seguro que la vida te provee a cada momento de lo que necesitas. ¿Para qué? Para que seas feliz, y lo eres mostrando tu grandeza, no arrugándote. Así se manifiesta nuestro sentido, con grandeza, alegría, serenidad. A través de todas las habilidades que ya tengo, que ya tienes.
Si estás inseguro de que las tienes todas, contacta conmigo aquí. Es importante que recuperes tu motivación y que encuentres sentido a lo que te sucede. Tener la certeza de que se puede salir de la jaula y volar. Y si lo que prefieres es bucear directo a descubrirte a ti y el sentido de lo que te sucede, te recomiendo que te lances a hacer el curso “Sobrevivir o vivir, o cómo adaptarnos al cambio”.
Sé que lo vas a disfrutar y mucho. Créeme o cree a los que ya lo han vivido y te lo cuentan en la web de la Escuela. Mira me encantara verte por ahí, pero por encima de todo, lo que me encantará es que estés bien, que seas feliz, que estés alegre y enchufado a la vida y te empieces a apasionar por crear un futuro que te importe…
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