Breve repaso al capítulo anterior
Dentro de la serie de Resiliencia, en el modelo de la casa de Vanistendael, y en el primer piso, encontramos la Aceptación. En el capítulo de la pasada semana, y siguiendo este modelo, la Aceptación se mira cómo el encuentro con los demás, y, en relación a cada uno de los entornos con los que el niño, se desenvuelve. Para cada entorno, nos ocupamos de observar y evaluar las redes de aceptación “incondicional-fundamental”, evaluar el vínculo y la conexión.
El hecho de mirar los entornos resulta relevante Porque normalmente, es en alguno de estos entornos (familia, escuela, barrio…) donde empieza la tensión, la demostración de no afecto humano, donde se observan comportamientos chocantes y que no se ven en otras especies de seres vivos mamíferos, ni herbívoro (digo mamíferos por compartir con ellos las emociones como factor de atención, estimulación y cuidado de las crías…) Todos los niños necesitan sentirse queridos, estimulados y cuidados o atendidos para que su desarrollo sea armónico y pleno, en consonancia con el potencial que llevamos en nuestro interior.
La gran amenaza
Vamos a indagar un poco este asunto. ¿En qué se sustenta esto? Se suman varias cosas, y cada uno ha de encontrar las suyas. La más importante y que compartimos, es que sentimos amenazada “la idea que tengo sobre mí”. Y esto incluye la idea de cómo deberían ser las cosas… Según lo identificado que esté, me abriré y viviré los acontecimientos como amenazas o no…
Y esa idea de mi, hace que viva una vida auto-referenciada. En todos los ordenes. Y como es una idea, no es nada sólido, duradero ni fiable. Por eso necesita para perpetuarse que sea reconocida y refrendada por los demás. Y así me hago dependiente de mis entornos de familia, trabajo, amigos y sus “opiniones”…
Si los demás no me lo reconocen, me parece que no existo. De este modo, traslado fuera de mi, el poder de saber que existo el poder de reconocer por mí mismo la vida que ya soy. Porque he olvidado lo que soy.
Esto lo aprendimos de niños, me asigno determinadas cualidades y características: por ej, que yo soy alta-baja, guapo-feo, bueno-malo, listo-tonto… y así todos los que quieras y creas que te definen y con los que te identificas… Esta es una respuesta programada a la adaptación al medio, que desarrollamos ante los estímulos de nuestros entornos. Aprendimos lo que está bien y lo que no. Aprendimos que “Si actúas así o te comportas así, eres bueno y te quiero” De modo que cuando eso, por la razón que sea nos parece que se descuadra, me-nos sentimos perdidos.
Esta respuesta de supervivencia es una llamada de atención para sentirse querido/a, para sentirse vivo, para sentirse sano. Y el problema brota cuando con 30, 40, 50, o más edad… seguimos ahí, funcionando desde la respuesta programada.
Dos mundos, un ser humano
Pero, miremos bien a nosotros por dentro y ante el mundo exterior… ¿qué hay y qué sucede en ese mundo exterior que nos pueda explicar lo que nos pasa en el mundo interior? Nada de lo que sucede es estable o consistente. Nosotros estamos inmersos en el final de una era, en la que todo es muy veloz y está totalmente interconectado.
Nuestros padres y abuelos vivieron en un mundo en el que pudieron tener una experiencia del tiempo más estable. Piensa un momento: hace 20 o 30 años, ¿pensabas que los problemas de un país lejano te podrían afectar? Hoy más que nunca constatamos como todo cambia de forma inmediata. A la velocidad de la luz…, literalmente
Lo veamos con mucha o poca nitidez, o aunque nos tapemos los ojos, lo cierto es que estamos ante una de las mayores revoluciones humanas, que ¡cómo no!, viene acompañada de una profunda crisis en la que nos sentimos perder lo que nos parecía tan seguro en el mundo material, del tener, del hacer…
¿Qué sueno alarmista? Bueno… ¡no sé! Quizá puedes reconocer en ti una cierta sensación de vértigo, o bien estás esperando a que alguien de fuera te aporte una guía, algo que ayude a entender este futuro desconocido.
Y una de las cosas que compruebo es que cuanto menos sé, cuanto menos sabemos y más grande y extraño es lo que parece estar viniendo, más nos dedicamos a interpretar, y eso hace que caigamos de nuevo en la absolutización de la realidad según las propias ideas auto-referenciadas.
Mi identidad trata de imponerse en todo, esas ideas que tengo de mí en relación con las cosas, las personas, lo que me gusta y lo que no, y con mis diferentes roles también. Por ej., yo como madre: Por ej., Yo soy una madre afectuosa, una colaboradora fiable, disciplinada. Soy un generador-a y generosa…
¿pero acaso podemos desde ahí comprender y cambiar algo? Pues fíjate bien que…
No puedes cambiar ni influir en nada ni en nadie a quien estás juzgando
Y por eso siempre estamos en el mismo lugar, repitiendo las mismas experiencias, aunque cambien de nombre, de ubicación…
Pero ahora, justo ahora, tenemos la más grande de las oportunidades: ¿sabemos ya, que somos conscientes de nosotros mismos? Que, bajando la cabeza, podemos entrar en un territorio en el que, con humildad, nos preguntamos:
¿cuál es la razón, el sentido de haber nacido y de estar vivo ahora?
Y no estamos interpelando a la mente en busca de una ocupación, no es una respuesta sobre el hacer o tener, no, no…
Es una pregunta para que nos demos cuenta de que existe un lugar en el que nos conectamos desde un plano que va más allá de la materia y el mundo material. Ese lugar que está en la esencia de cada célula que habitamos y que compartimos: llena de electrones, protones, …
Fíjate como al final, y desde el origen, somos energía en diversas multiplicidades y combinaciones. Entonces, si es así de sencillo… ¿por qué nuestra vida no nos parece suficiente? ¿qué estamos queriendo encontrar?
El conflicto interior es de la humanidad
Porque no miro quien soy tampoco atiendo lo que soy. Y no me doy cuenta, de tan enganchado como estamos a nuestras ideas acerca de nosotros, que no soy lo que pasa ahí, en eso llamo fuera. Y que podemos dejar de poner los sueños en cosas que se lleva el viento.
¿Y qué es lo que no se lleva el viento y no pasa? La presencia, esta conciencia, este “darse cuenta”, ese lugar neutro, armónico y de paz que nos permite descubrir desde mi propia observación de mí la historia que pulula en nuestras mentes.
Haz la prueba: ¿Puedo percibir-ver-escuchar mis pensamientos? Date cuenta como aparecen y desaparecen… Bien, Nada de lo que aparece y desaparece es real.
Cada uno de nosotros comparte con la humanidad un eterno diálogo interior, ahí donde estoy yo conmigo mismo. Y muy a menudo me creo que yo soy esto que pienso.
Pero mira bien: ¿Qué es un pensamiento? ¿de donde surgen? Aparecen y desaparecen, ¿no es cierto? ¿Cómo voy a ser yo algo que pasa?
Necesitamos parar y observar-me para conocer-me, y ver desde donde vivo. Así puedo elegir cambiar cómo vivo las causas del malestar, ansiedad, estrés si profundizamos en qué hace que yo viva con el estrés que acompaña la “no aceptación”, el desajuste entre el mundo externo y el interno. Y acabar con lo que nos hace sufrir.
- ¿Porqué sufro? Porque traigo el pasado al presente. Porque hay dentro de mí muchas ideas batallando, acerca de mí y de cómo deberían ser las cosas. NO acepto lo que sucede en mi vida. No acepto las personas y cómo se muestran, me molestan, quiero cambiarlas.
Sufro porque vivo en respuesta programada, identificado con esos pensamientos. Es importante que identifiques estos momentos a lo largo del día.
El propósito de la experiencia de ser humano
La vida no es esto. Confundimos la vida con la existencia. La vida es “nuestra casa” y estamos perdiendo la vida queriendo cambiar aquello que sucede, o cambiar a las personas con las que me relaciono…
El verdadero propósito de la experiencia humana está en sumarnos a la fuerza creadora, la fuerza creativa y arrolladora de la vida, más allá de vivirnos en el programa de causa-efecto.
Nuestro reto consciente está en que aprendamos a movernos desde un lugar de infinitas causas y a vivir las distintas experiencias o posibilidades que están esperando materializarse. Esto no son palabras. Nos lo demuestra la ciencia, la materia es onda y partícula, ¿verdad?
Vamos a ver ahora como podemos dar este salto al “darnos cuenta” el salto a la aceptación y a la unión, a la INTEGRACIÓN de lo externo con lo interno, así, sin fricciones, sanamente…
Con 4 pasos podemos llevarlo a la práctica:
- Primer paso: humildad para aceptar que no acepto… ya se trate de cambios en mis expectativas, condiciones, imposiciones de otros -o lo que entiendo como tal-,
- Segundo paso: compasión para comprender los ataques emocionales de la mente y abrirme a mirar mis barreras y rigideces que impiden conectar, comunicar, clarificar…
- Tercer paso: asumir mis propios temores a.… no encajar, no aportar valor, ser insuficiente, ser querida, quedarme sola…, y comprender que son parte de respuestas programadas
- Cuarto paso: abrirme a otras perspectivas, otros significados que dan nuevos sentidos a esta multiplicidad que es el vivir consciente.
Y finalmente llega…, la paz de la aceptación. Cuatro pasos, un proceso. Que se da de instante en instante. En cada instante que decidimos no dejarnos atropellar por las “historias” del pensamiento herido.
Ahora estás a punto y puedes ver que todo lo que sucede tiene una función y existe en este plano, ahora y aquí, porque tiene un sentido, un significado para ti. Si tienes más hambre de ti. Y quieres ir a encontrar plenitud y paz, puedes descubrirte de la mano del Curso “Sobrevivir o Vivir”. NO te va a decepcionar. La alquimia existe. Y saltar de la mente-supervivencia al Vivir desde el alma, los mismos hechos que vives, es posible…
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